La aparición de una ligera humedad en el país andino podría marcar el retorno de la temporada lluviosa, tras una prolongada sequía, que ha arrasado amplias extensiones de tierra y ha causado complicaciones para la generación de energía eléctrica. Hay preocupación.
Quito — Unas ligeras gotas, caídas durante la mañana del pasado sábado, podrían ser la señal que tanto han esperado los ecuatorianos en los últimos días. El arribo de la temporada de lluvias, característico desde inicios de septiembre, se retrasó este año más de lo debido y con ello se multiplicaron también otros problemas, que han sido ampliamente comentados por la opinión pública.
Uno de los de más impacto, los incendios forestales, que han golpeado también con fuerza este año a Brasil, Bolivia, Paraguay y Colombia, entre otros países.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en un Análisis de la Situación de Salud Pública, “entre el 1 enero y el 10 septiembre de 2024, se han detectado 338.616 focos de incendios en Sudamérica, un incremento del 99 % en comparación con el mismo periodo en 2023.
El informe señala que 67,31 millones de hectáreas han sido quemadas, “alcanzando niveles no documentados desde 2010” y esto, de acuerdo con la OPS, ha afectado la calidad del aire y la salud de las poblaciones.
Según la más reciente evaluación de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos del Ecuador, el pasado jueves 19, se han contabilizado 1.337 incendios forestales en el país andino desde el 23 de agosto al 18 de septiembre de 2024, en 21 de las 24 provincias. Esto representa 284 incendios más que en el mismo período de 2023.
La afectación en cuanto a cobertura vegetal es enorme para un país de su tamaño: 23.453,48 hectáreas, lo que llevó al Comité de Operaciones de Emergencia Nacional a declarar, el jueves, “alerta roja nacional por déficit hídrico e incendios forestales” en 15 provincias.
El organismo fue convocado nuevamente para la tarde del sábado, a fin de tomar nuevas decisiones, debido a que el país “está afrontando la sequía más grande de los últimos 61 años”, con 71 días de sequía hidrológica… Tras la sesión, lo que se presagiaba: nuevos apagones que se cumplieron desde este domingo durante 9 horas, según el anuncio, en 12 provincias.
El secretario nacional de Gestión de Riesgos, Jorge Carrillo, recalcó que la declaratoria de alerta roja del jueves se justificó por un “déficit hídrico sin precedentes”, que ha afectado al sector agrícola, la distribución del líquido vital, ha multiplicado los incendios forestales y ha impedido una normal distribución de energía eléctrica, considerando que la principal fuente de generación en el país es hidroeléctrica.
Carrillo explicó -también- a la Voz de América que la decisión gubernamental, entre otras cosas, faculta a la Cancillería a solicitar cooperación internacional para la asignación de recursos y dispone la activación de los comités de operaciones de emergencia locales en las zonas más afectadas.
En la semana que finaliza fue noticia de nuevo el retorno de los racionamientos de electricidad. Al apagón nacional que se produjo entre la noche del miércoles y la mañana del jueves, el gobierno lo justificó, como parte de un mantenimiento del Sistema Nacional de Transmisión y las redes de distribución. No obstante, en medio de la negativa del gobierno, hay quienes creen que pudo ser el principio de nuevos cortes, esta vez, a gran escala.
Una de las provincias más sacudidas por los incendios forestales, detrás de las fronterizas Carchi y Loja, es Pichincha, donde se asienta Quito, la capital. El comandante del Cuerpo de Bomberos de la ciudad, Esteban Cárdenas, reveló que en lo que va de la época seca se han contabilizado 291 y 1601 quemas, con una afectación de 1.903 hectáreas de diferentes tipos de vegetación.
Para Cárdenas, después de 2012, este ha sido el año con condiciones climatológicas más complejas para Quito, con un verano extendido y con múltiples inconvenientes, como los incendios provocados por el hombre.
Javier Macas, analista de pronóstico meteorológico del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (INAMHI), señaló que es normal que en julio, agosto e inicios de septiembre descienda el nivel de lluvias en parte de la región, por el “desplazamiento” de los sistemas que las provocan. Sin embargo, está convencido que esta vez el fenómeno es mucho más intenso.
A pesar del panorama tan difícil de la región y las condiciones del tiempo adversas, el especialista explicó que al menos en el Ecuador esta situación podría comenzar a cambiar la siguiente semana, hasta regularizarse en octubre próximo.
Por ahora, los ecuatorianos solo esperan el regreso de las lluvias, que a veces también suelen generar efectos adversos en la naturaleza. Sin embargo, el comandante de los bomberos en Quito considera importante trabajar en el fortalecimiento de la prevención y educación, adquirir sistemas tecnológicos para el monitoreo de alertas tempranas y prepararse para futuros eventos, pero de este tema, por ahora, se habla poco.
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